martes, 23 de octubre de 2007

LA UNIÓN DE LO POLÍTICO Y LO ESPIRITUAL

LA UNIÓN DE LO POLÍTICO Y LO ESPIRITUAL

“Starhawk” es una tremenda mujer, activista social y política, escritora de muchos libros, co-fundadora de “Claiming”… Si no la conocen, conózcanla aquí… Si ya la conocen, disfruten este texto suyo…

HACIA UNA ESPIRITUALIDAD DEL ACTIVISMO

Ninguna persona en su sano juicio realmente quiere ser un activista político. Cuando el activismo es emocionante, suele involucrar el riesgo de sufrir dolor físico o encarcelamiento, y cuando es seguro, muchas veces es tedioso, seco y aburrido. El activismo tiende a ponerlo a uno en contacto con personas extremadamente desagradables, que pueden ser prensa, antimotines, o incluso algunas veces, tus compañeros activistas. No solamente eso. Genera un sentimiento enorme de frustración y coraje, hace que tu garganta se queme de tanto gritar, además de lastimarte los pies.


Sin embargo, en este momento histórico, estamos llamados a actuar
realmente creyendo que la Tierra es un ser vivo, consciente, del cual somos parte, que los seres humanos estamos interconectados y somos preciosos, y que la libertad y la justicia para todos es lo más deseable.


Cuando fundamos Reclaiming hace dos décadas, nuestra intención era unir lo político y lo espiritual. O más atinadamente, algunos de nosotros para quienes lo espiritual y lo político era inseparable queríamos crear una práctica y una comunidad que reflejara esta integración.


Ahora, con las fuerzas de Bush empujando y presionando una guerra agresiva, con problemas ambientales y sociales dejados de lado, la necesidad del activismo es más fuerte que nunca. Las estacas nunca habían estado tan altas y el sentido de urgencia es palpable.


Los compañeros de Reclaiming han estado ahí en la calle -siendo parte de marchas y manifestaciones y protestas desde Seattle hasta Washington DC- llevando magia, rituales y danzas espirales en lo que muchas veces parece la zona de batalla. Y haciendo el trabajo proactivo más allá de las protestas -ayudar a organizar nuestras comunidades, brindar curación, comida, alimentación para los niños, música, arte y rituales- y todas aquellas cosas que dan carácter al mundo en el que queremos vivir.


La integración de la magia y el activismo muchas veces significa llevar l
a magia a la acción -como hacer una danza espiral en medio del gas lacrimógeno en Québec o en la estación Central rodeada de policías antimotines-. Esto puede significar que comencemos nuestro plan estratégico con un trance o una lectura de tarot, o invocando al agua mientras trabajamos contra la privatización de los recursos acuíferos.


Pero dicha integración también significa que nuestros rituales deban estar informados por nuestro activismo, y por las situaciones de la vida real a las que queremos referirnos. Esto implica una concepción diferente de la espiritualidad -que la espiritualidad y los rituales no son algo aparte del mundo, sino que son parte sustancial del mismo-.


Reclaiming está fundada en una espiritualidad basada en la Tierra, que rechaza la división entre el espíritu y la materia, y hace un llamado a reconocer que la naturaleza y lo físico, el mundo material, es tan sagrado como el espiritual.



No creemos, ideológicamente, en la separación del espíritu y la materia, pero en la práctica, todavía tendemos a pensar que las cosas son demasiado materiales, demasiado puestas en la “vida real” y que no son espirituales. Entonces un trance hacia las hadas es percibido como “espiritual” mientras que un trance dirigido hacia las zonas más pobres de las favelas brasileñas no lo es. Podemos argüir sobre la realidad de las hadas, pero la favela es más que real. Realmente creemos que nuestra espiritualidad está profundamente interconectada, y que tal vez sea más importante para nosotros luchar internamente con la realidad de las favelas que bailar con las hadas.


Obviamente, visualizar a las hadas nos hace sentir bien, mientras que pensar
en hambrunas y guerras y acuerdos internacionales muchas veces nos hace sentir incómodos. ¿Enojado, triste, desesperado, culpable?


Mucha de nuestra magia y nuestro trabajo comunitario consiste en la creación de espacios para refugiarnos del mundo hostil y duro, lugares seguros en los que las personas pueden regenerarse y renovar sus energías y aprender nuevas cosas. En ese trabajo, tratamos de sanar y alejar la culpa, el coraje y la frustración, y generalmente convertirlos en emociones positivas.


La seguridad, los refugios y la sanación son aspectos importantes dentro de una comunidad espiritual. Pero no son el todo de la espiritualidad. Sentirse bien no es la medida por la cual debemos juzgar nuestro trabajo espiritual. El ritual es mucho más que una actividad auto apaciguadora.


La espiritualidad también se trata de un reto y de un alboroto, se trata
de empujarnos hasta nuestro límites y de darnos el apoyo que necesitamos para tomar grandes riesgos. La Diosa no es solamente una señora feliz y superficial o una madre que alimenta. Es muerte y vida, oscuridad y luz, coraje y compasión -- y si nos alejamos de su fuerza cortamos tanto su propio poder como nuestro propio crecimiento.


Hay tiempos en los que es inapropiado sentirse completamente bien. Ahora mismo es uno de ellos. Como dice el dicho “si no estás enojado es que no estás prestando atención”.


Esto no significa que necesitamos estar en constante estado de ira, irritabilidad o culpa. Significa que necesitamos utilizar nuestras herramientas mágicas para encarar completamente las abrumadoras realidades que nos confrontan, hacer patentes nuestros sentimientos y transmutarlos en energía que necesitamos para el cambio.



El otoño pasado, antes de la Danza Espiral, (el ritual Samhain en San Francisco), recibimos una carta que rechazaba fuertemente una invocación que habíamos hecho el año anterior, cuando habíamos armado una marcha de burla para invocar al agua, con un río de tela y cánticos que comenzaban, “No al ALCA, No a la OMC, no a la privatización, dejen el río fluir”. En la carta nos decían que el ritual se había convertido en un concurso energético.


Nunca tuve tiempo para contestar la carta, pero estoy agradecida con el que la
mandó porque me estimuló muchos pensamientos. Todo mundo tiene el derecho a dar su opinión sobre los rituales y sobre sus propios principios estéticos. Siempre hay por lo menos una invocación en cada ritual que yo podría evitar. Pero lo que me interesa de la carta es que suponía que una cuestión como la privatización del agua era realmente algo diferente que no tenía nada que ver con el ritual, y que entonces se convirtió en algo más.

Si dos tercios de la gente del mundo no tienen acceso al agua que necesitan -como dicen las estadísticas, para una o dos décadas- y yo estoy integralmente conectada con esas personas, entonces estamos hablando de una crisis tanto espiritual como política. Y si estamos comprometidos con este problema, política y mágicamente (como lo hemos estado durante muchas acciones alrededor de los acuerdos comerciales en el mundo que estimulan el robo corporativo del agua del planeta), necesito que mis rituales reflejen esa lucha y llenen de energía mi trabajo.


Otra cuestión dada por hecha, de la que poco se habla, es que la espiritualidad solamente se trata de estar calmados y en paz, y que el conflicto no es espiritual. Lo cual obviamente hace más difícil de integrar lo político con lo espiritual, ya que lo político siempre se trata de conflictos.


En los círculos New Age, un slogan común es: “Lo que resistes, persiste”. Las personas verdaderamente espirituales no se supone que deban ser confrontativas o adversarias -y que de esta forma, supuestamente, estarás perpetuando y frenando la evolución, todo dentro de un dualismo “ellos -- nosotros”-.


No sé de dónde salió esa tradición del “lo que resistes persiste”, pero muchas
veces me gustaría preguntarles a aquellos que alegremente la repiten: “¿Cuál es tu evidencia?”. Cuando es tan obviamente patente que a lo que no resistes persiste tremendamente y se riega por todos lados. De hecho, la resistencia buena, fuerte y sólida puede que sea la única cosa entre nosotros y el infierno. Hitler no persistió gracias a la Resistencia -tuvo éxito tomando el control de Alemania y matando a millones de personas porque no hubo una resistencia suficiente de parte de las personas-.


En algún nivel cósmico y profundo, todos somos uno, y dentro de nosotros tenemos el potencial del bien y de la destrucción, de la compasión y del odio, de la generosidad y la avaricia. Pero aún si me doy cuenta y me hago consciente de todos los matices que tengo dentro de mí, eso no borra las diferencias entre una persona que actúa desde la compasión y el amor y otra que escoge actuar desde el odio y la avaricia. Más aún, no borra mi responsabilidad de retar a un sistema que estimula el odio y la avaricia. Y si no resisto dicho sistema, estoy siendo cómplice. Y me uno a los que perpetran la opresión en las víctimas.



Muchas veces me sorprenden, en el mejor sentido, las personas espirituales
que enfocan toda su luz hacia presidentes y líderes de Estado, quienes repudian a los activistas por expresar su coraje hacia las autoridades o la policía, que definen compasión como el amor al enemigo -pero que de alguna manera pierden de vista de la necesidad de amor de nuestros amigos, nuestros aliados y de quienes sufren a manos de los perpetradores-. Realmente no me siento muy llamada que digamos a enfocar mi luz y mi amor hacia Bush o Cheney o los directores del Fondo Monetario Internacional. Si sufren o no de falta de amor está más allá de mí. Desde mi propia perspectiva, sufren de un exceso de poder y me siento llamada a quitárselos. Porque amo a los niños en Irak, las mujeres de la favela, los marines de 18 años que nunca pensaron que firmaron para bombardear civiles. No los podría amar de manera efectiva si no puedo articular las verdaderas diferencias en los intereses y las agendas entre “ellos” y “nosotros” -entre aquellos que casi no tienen poder social y aquellos que tienen demasiado-.


Ecualizar dicho poder significa lograr un cambio enorme en el sistema. Y los sistemas no cambian fácilmente. Los sistemas tratan de mantenerse a sí mismos y buscan el equilibrio. Para cambiar un sistema se necesita revolverlo, romper el equilibrio. Y eso, la mayoría de las veces implica conflicto.


Para mí, el conflicto se encuentra en un sitio sumamente espiritual. Es un lugar lleno de energía donde el poder se encuentra con el poder, donde el cambio y la transformación pueden ocurrir.


Parte de mi propia espiritualidad es la
práctica consciente de ubicarme en lugares en conflicto. Como alguien del Equipo Pagano dijo después del rally contra la guerra el 15 de febrero en Nueva York, que fue seriamente reprimido por la policía: “Mientras todos los demás corren del problema, nosotros corremos hacia él”. Yo corrí hacia el problema porque generalmente creo que puedo ser útil ahí -algunas veces desescalando la violencia potencial, otras veces simplemente con una intención clara en medio del caos, otras veces solamente como testigo-.


Nuestras ideas y herramientas mágicas,
nuestra consciencia de las energías y los aliados en muchos planos, pueden profundizar e informar nuestro activismo. Y nuestro activismo puede profundizar nuestra magia, estimulando la creación de un ritual que hable de los retos reales que enfrentamos en el mundo, que ofrezca la sanación y renovación que necesitamos para continuar nuestro trabajo, y una comunidad que entienda que el espíritu y la acción son uno mismo.

Starhawk (Miriam Simos), en octubre 2003

Mi respeto y mi admiración para este maravilloso texto… Así como lo expresa esta extraordinaria mujer es como concibo actualmente mi Espiritualidad en Resistencia… ¡Gracias a la Vida que me ha dado a Starhawk y este texto! ¡Gracias a la Vida que me ha dado tanto!...

Álvaro, Diácono en Resistencia

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