miércoles, 5 de marzo de 2008

ESPIRITUALIDAD AZTECA (Parte 2)

ESPIRITUALIDAD AZTECA,
ESPIRITUALIDAD UNIVERSAL
(Parte 2)


En su trabajo, el maestro Bonifaz Nuño denuncia a una mayoría de “estudiosos” que, sin fundamentos, desprecian y minimizan la sabiduría y la espiritualidad de los pueblos mesoamericanos:

“Sin embargo, cuando se trata de considerar la visión que ellos tenían de ese mundo y de sí mismos, los autores que lo hacen, casi unánimemente, los juzgan como salvajes rudimentarios, ocupados sólo en pensar la posibilidad de que la tierra fecundada por las lluvias les rindiera los frutos de que principalmente se alimentaban... Bajo el pretexto de que constituían comunidades agrícolas, se les reducen todas sus fuerzas espirituales, la totalidad de sus concepciones religiosas y metafísicas, a un primitivo afán de alimentación material que sería para ellos el núcleo y la periferia de su existencia... Salvo alguna excepción, en todos los autores se encuentra esta inexplicable oscuridad de juicio”...

El profesor Bonifaz Nuño, en su libro “Imagen de Tláloc”, demuestra sin duda esta sabiduría excepcional de los aztecas y, en conjunto, de todas las culturas mesoamericanas. Así resume él mismo todos sus hallazgos:

“En una relación de grandiosa simpleza, se expone la situación universal en un momento previo a la creación del cielo y la tierra; esto es, del mundo.

“Como en otras religiones fundamentales, hay una presencia divina agitándose sobre la superficie de aguas increadas. En esta relación, la presencia divina es doble; es decir, el dios se manifiesta desdoblado en sus dos principios contrarios, activo y pasivo, positivo y negativo, masculino y femenino, destinados a conciliarse en el momento definitivo.

Detengámonos aquí, por un momento, pues este texto y los que siguen son capitales para la comprensión de la Espiritualidad y la Filosofía aztecas. El maestro Nuño demuestra en su libro cómo, equivocadamente, muchos autores han interpretado lo anterior como un “dualismo” en la espiritualidad y filosofía aztecas, como una “lucha de contrarios”. Por eso señala: “Me parece que al hacerlo no se ha tomado en cuenta un punto esencial: que las fuerzas antagónicas, los principios contrarios, al chocar, al empeñar una lucha, no podrían provocar más que una de dos consecuencias: o se inmovilizarían entre sí, en caso de ser semejantes o equilibrados en sus poderes, o se destruirían uno al otro, en caso de contar con poderes desiguales: aquel que los tuviera mayores preponderaría, sin duda, sobre el otro, ocasionando su desaparición. En ambos casos, la posibilidad de creación de un fenómeno nuevo, quedaría definitivamente anulada. El mundo sería condenado a la inmovilidad o a la destrucción; ésta, en último extremo, otra forma de la inmovilidad... Como no puede admitirse en manera alguna la posibilidad de que esto ocurra, y acudiendo a los testimonios de la realidad, habrá que admitir que siempre que algo se produce o tiene origen, interviene, además de los principios que antagonizan entre sí, un tercer elemento que, fecundando y trasmutando a aquéllos, esto es al positivo y al negativo, al masculino y al femenino, hace posible que su enfrentamiento se convierta en alianza productora... Dicho tercer elemento, por necesidad, al mismo tiempo que no es ni uno ni otro de los dos primeros, ha de tener en sí algo de ellos y algo distinto a la vez, con lo cual ha de serle dado provocar su transmutación y su unión en la acción creadora... Sólo así puede cobrar sentido el encuentro de dos contrarios: con la intervención de un elemento neutro que constituya, juntándose con ellos, una tríada fecunda”...

Por eso, Bonifaz Nuño continúa:

“Pero en el punto de que se trata, aparece como dos dioses distintos. Entre ambos encuentran a una tercera entidad, que a la vez tiene en sí las cualidades de los dos primeros: es a la vez hombre y mujer, a un tiempo afirma y niega, actúa y se aquieta. Es ambas cosas y, simultáneamente, no es una ni otra.

“Esta entidad, por otra parte, tiene figura humana: lo revela el hecho de que se mueve y camina con dos brazos y dos piernas.

“Encontrada, así, esta bisexuada, neutra entidad, los dos dioses la toman y la traen a esa superficie líquida cuyo creador es para todos desconocido.

“La tercer entidad, además, tiene en sus coyunturas ojos y bocas feroces; bocas que se enfurecen y muerden el vacío como bestias salvajes.

“Traída, pues, a las aguas, la entidad camina sobre ellas. Y los dioses, iniciada así su obra, la contemplan.

Miran sobre todo las bocas que hacen móviles y vivas sus articulaciones, como si en ellas quisieran reconocerse.


Y como si se hubieran reconocido, como si aquel elemento neutro los llamara a trasmutarse para la acción; del mismo modo que si comprendieran que esa acción sólo les sería posible en caso de que llegaran a combinarse con él, se dicen el uno al otro: ‘Hay necesidad de hacer la tierra.’

“Ahora lo saben: están destinados, por sí mismos, a la labor de crear. Y esa labor les es posible y próxima merced al parentesco que han reconocido entre ellos y la entidad tercera.


“Entonces, para cumplir su labor, han de trasmutarse en lo que ese parentesco les impone. Y cada uno toma el ser de una gigantesca serpiente.

“Hay, en este punto, tres elementos que han comenzado una alianza decisiva: dos dioses vueltos en serpientes, una figura humana que se mueve merced a articulaciones que sin duda, así lo muestra el sentido de la metamorfosis de los dioses, son partes de serpiente.

(El tema continuará próximamente)

Álvaro, Diácono en Resistencia

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado leer este post
y me ha recordado que la ciencia sin la religión no es nada..
Entiéndase como religión lo que en realidad torna a unir con dios Re-ligar.
Porque cuando se rompe esa comunión, cuando se desliga la ciencia de la religión se apaga la luz del corazón, se apaga la conciencia que es la ciencia con nos.

Diácono Álvaro dijo...

Exacto, amigo... Porque lo que está unido no puede separarse sin que "se apague la luz del corazón"... Gracias por tu comentario!