miércoles, 12 de marzo de 2008

ESPIRITUALIDAD AZTECA (Parte 3)


ESPIRITUALIDAD AZTECA,
ESPIRITUALIDAD UNIVERSAL
(Parte 3)


“Y los dioses trasmutados conocen que sólo la alianza con tal figura, que su forma hace ver como símbolo del hombre, les otorgará en plenitud la facultad creadora.


(Y esto es impactante respecto al pensamiento azteca-mexicano-mesoamericano: no se desconoce ni se rechaza lo real-espiritual, lo divino, lo trascendente; pero tampoco hay alienación ni pérdida de la propia identidad “real-espiritual-divina-trascendente”. No. El indígena mexicano se reconoce parte del Todo y en unidad con el Todo. Más aún, el azteca-olmeca-tolteca se reconoce y se valora a sí mismo en “sus dioses”, y sabe, con orgullo y una enorme dignidad, que “sus dioses” sólo se reconocen y se valoran y pueden ser-crear plenamente por él, con él y en él... No. Nada de “salvajes rudimentarios”, nada de “fanáticos” e “ignorantes” a los que se ha lavado el cerebro... “Salvajes rudimentarios” nosotros y nuestro pensamiento lineal, corto de miras, simplificador-distorsionador de lo real, reduccionista, “científico”, extranjerizado)...

“Descienden entonces hacia ella, y cada uno la ase, enroscándose en ellos, por un brazo y una pierna.

“Puede suponerse que en esta acción hubo un punto de tiempo donde las cabezas de las grandes serpientes, en su esfuerzo, se colocaron una frente a la otra, aproximando sus hocicos encolmillados.

“Y el cuerpo humano, situado bajo ellas, pudo aparecer como si les fuera cuerpo indivisible.

O bien, que las cabezas se tocaran en su parte posterior, dirigiendo hacia afuera el extremo de sus mandíbulas;

o la oposición de las dos serpientes por debajo de ambos pies;

e incluso que formaran en torno al rostro y las manos del hombre un círculo con sus cuerpos, uniendo sus colas en un punto, y poniendo sus cabezas una ante la otra en el punto opuesto.


“Se revela, así, la presencia de un ser humano, poblado las coyunturas por ojos y bocas; con su propio rostro, o con otro integrado por la forma y la fuerza de dos cabezas de sierpe, las dos serpientes divinas que sólo por la intervención humana pueden poner en efecto sus poderes sin término.

Por ello, en la simbología azteca y mesoamericana existen pinturas y esculturas que representan la “dualidad”,


pero existe aún más en su plástica un elemento “tercero” o “trino”


que unifica y trasciende la “dualidad” (por lo que es un error y un juicio arbitrario considerar a estas culturas como “dualistas”)...


Más aún, existe un símbolo pictórico y escultórico, muy frecuente en las civilizaciones mesoamericanas, muy original y profundo, llamado “quincunce”


y que simboliza su percepción-reflexión sobre lo real como una “doble dualidad” unificada por un punto “quinto” en el centro de la “doble dualidad” (especialmente si está rodeado por un círculo)... La Coatlicue es una escultura llena de simbología “dual” trascendida en lo “trino”, pero es, sobre todo, como un inmenso “quincunce” lleno de significados físicos-metafísicos-espirituales-artísticos de altísima profundidad... La parte “oculta” de la Coatlicue, su base,

es un claro “quincunce” que revela y explica el sentido, la unidad y la verdad de toda la escultura... ¿Es un “dios”? ¿Una “diosa”? ¿Un ser humano? ¿Varón? ¿Mujer? ¿Es un ser animal? ¿Serpiente? ¿Ave? ¿Yo? ¿No yo? ¿Pasado? ¿Presente? ¿Futuro? ¿Unidad? ¿Dualidad? ¿Trinidad? ¿Multiplicidad?... El “quincunce” que al mismo tiempo se oculta y se revela responde: Sí y no, a cada pregunta. Sí a cada par y a cada conjunto de elementos. Sí y sí, a cada pregunta. Sí a lo que se percibe y se comprende, más allá de los elementos, separados o reunidos… No. Nada de “salvajes rudimentarios”, nada de “fanáticos” e “ignorantes”... “Salvajes rudimentarios” nosotros y nuestro pensamiento lineal, corto de miras, simplificador-distorsionador de lo real, reduccionista, “científico”, extranjerizado…

Continúa el maestro Bonifaz: “Y llega la hora donde empiezan a hacerlo (‘poner en efecto sus poderes’). Pues entre ambas oprimen de tal modo al cuerpo humano,

que lo dividen en dos secciones.

(A partir de su cinturón-centro-cintura que une la muerte y la vida)

(Y a partir de su falda de serpientes multiplicadas; Coatlicue quiere decir "la de la falda de serpientes")

“Con una de ellas dan forma a la tierra, con la otra levantan el cielo.

¡El “cuerpo trino dioses-hombre” es un “cuerpo unido”, tierra-cielo! ¡Un solo cuerpo! ¡No hay ya división ni separación como la había antes de este encuentro dioses-hombre!... No tendría sentido este relato “cosmogónico” si nuevamente quedaran “los dioses” arriba, en el cielo, y el hombre-los hombres abajo, en la tierra… No. Ha sucedido algo trascendente, algo vital, esperanzador y pleno de significado y de fuerza: ¡Los “dioses” –nuevos “dioses”- se han quedado en la tierra sin dejar de estar en “el cielo”, se han transmutado, se han encarnado, se han humillado (etimológicamente “hecho tierra”), se han humanizado (se han hecho uno con el hombre)! ¡El hombre-los hombres –nueva humanidad- han tomado triunfalmente posesión del “cielo” sin dejar de pertenecer a la tierra, se han transmutado, se han espiritualizado, se han divinizado!... ¿No es grandioso? ¿No es algo que se ve y se comprende, si realmente comprendes y miras?... No. Nada de “salvajes rudimentarios”, nada de “fanáticos” e “ignorantes”... “Salvajes rudimentarios” nosotros y nuestro pensamiento lineal, corto de miras, simplificador-distorsionador de lo real, reduccionista, “científico”, extranjerizado…

El maestro Rubén concluye esta parte, diciendo: “Y el universo queda creado”

Concuerdo con el riguroso análisis que hace el maestro Bonifaz Nuño, pero, basado en sus propias reflexiones y descubrimientos, y en lo que yo mismo veo-reflexiono-descubro al contemplar la Coatlicue, me parece que hay que ir aún más lejos: “¿El universo queda creado”?... Sí y no. Sí, por supuesto, y en ese sentido es correcto hablar de “cosmogonía” o reflexión sobre “el inicio” del universo y del ser y se pueden hacer analogías con el “big bang” –como hace Nuño- y otras analogías físicas y metafísicas. Pero también “no” en el sentido de una creación ya “hecha” y “terminada”. No dice eso la reflexión azteca y mesoamericana representada en su plástica… Nuestros antepasados no contemplaban la Coatlicue, admirados y reverentes, por algo que hubiese sucedido en el pasado y que allí se significara –por grande que esto fuera debido a la comprensión de su propia e imprescindible participación-. No. Contemplaban la Coatlicue, arrodillados, extasiados, porque les significaba algo grande que estaba sucediendo en ese preciso momento y algo grande que sucedería muy pronto y a lo que esa imagen-escultura les estaba invitando a participar: ¡La creación, aquí y ahora, del mundo, de su cultura y valores! ¡La esperanza en un Nuevo Mundo, en un Quinto Sol, más allá de las oscuridades y sufrimientos previos-durante-y posteriores a la invasión extranjera!...

¡Coatlicue-Tláloc-Yolotlicue-Tonantzin-Guadalupe son la misma imagen que, desde hace milenios y hasta el día de hoy, sigue enseñando, inspirando, invitando a luchar y a crear un Mundo Nuevo, a todos los corazones aztecas-olmecas-toltecas en nuestra patria y en nuestra América que no se han dejado alienar-extranjerizar-derrotar!... No. Por favor, ¡no! Nada de “salvajes rudimentarios”, nada de “fanáticos” e “ignorantes”... “Salvajes rudimentarios” nosotros y nuestro pensamiento lineal, corto de miras, simplificador-distorsionador de lo real, reduccionista, “científico”, extranjerizado…

(El tema continuará próximamente)

Álvaro, Diácono en Resistencia

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